
-De verdad, muchas gracias por quedarte y ayudarme a limpiar pero debo irme a la cama.
-¿Eso fue una invitación?
- ¿Qué?
-Dios mío, qué horror. No soy buena para esto.
-¿Qué?
(Ella abalanzándose sobre él comienza a besarlo. Él totalmente sorprendido)
(mientras lo besa)
-Sí, ya lo sabía. Las mejores relaciones nacen de las amistades.
-Espera. Espera. ¿Qué? ¿Ahora tú y yo tenemos una relación?
-Bueno, si no tenemos una relación por lo menos vamos en camino
-¿Y por qué piensas eso exactamente?
-Por las señales.
(Extrañado)
(Termina la frase dudando)
Si un hombre quiere salir contigo él te invitará.
-No…
-¿Por qué hiciste esto?...Mierda. ¿Por qué exageran las cosas? Toman cada cosita que uno hace y la distorsionan. ¡Es una locura!
Se produce un silencio. Ella triste y sorprendida responde:
-Yo prefiero ser así que ser como tú
-¿Perdón? ¿Qué significa eso?
-Quizás yo analice cada detalle y me exponga demasiado, pero al menos todavía me importa. ¿Crees que ganaste porque puedes despachar a las mujeres? Quizás no te hieran ni quedes en ridículo pero así tampoco te vas a enamorar. Tú no has ganado. ¡Estás solo!
El más sorprendido aún, se queda pensando. Ella se va.
A las niñas les enseñan muchas cosas. Si un niño te pega, le gustas. Nunca trates de emparejarte los flecos y un día conocerás un hombre maravilloso y tendrás tu final feliz.
Cada película que vemos y cada historia que nos cuentan nos imploran que lo esperemos. El giro del 3er acto, la declaración inesperada de amor. La excepción a la regla. A veces nos concentramos tanto en el final feliz que no aprendemos a interpretar las señales, a diferenciar entre los que nos quieren y los que no, entre los que se van a quedar y los que se van a ir. Y quizás el final feliz no incluye un tipo maravilloso, quizás el final feliz eres tú sola, recogiendo los pedazos y volviendo a empezar. Liberándote para encontrar algo mejor en el futuro. Quizás el final feliz sólo consiste en seguir.
O quizás éste es el final feliz, saber que a pesar de todas las llamadas y corazones rotos, a pesar de todos los errores y las señales malinterpretadas, a pesar de todo el dolor y la vergüenza tú nunca...nunca, perdiste la esperanza.
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